Visita a Can Banús
•febrero 11, 2013 • 1 comentario
Desde la humildad y la responsabilidad agradecemos sinceramente la invitación por parte del centro de acogida Can Banús, para dar nuestro testimonio de las vivencias de los 15 años en la calle y al mismo tiempo compartir por unas horas las experiencias y temores de las personas que viven en dicha comunidad.
Hablando a través de una honrada franqueza y buena voluntad con estas personas, cuyas vidas son mas frágiles que el cristal, hemos expuesto con completa sinceridad nuestros conflictos pasados y presentes, y hemos recibido por parte de ellos la misma buena voluntad de franca comprensión y entendimiento.
Saber de sus sentimientos, sus esperanzas, saber de sus tristezas, de sus alegrías, de su horror, de sus penas y sus pesares. Hemos compartido estos sentimientos para poder encontrar alivio recíproco.
Siempre presentes en la idea del tenebroso pasado, esas herencias de sufrimiento y ansias de recuperación, pasan fácilmente de ellos a nosotros como una absoluta identificación espiritual, misteriosa, nueva y emocionante.
Y también reconocer los puntos de vista, las dudas y los temores de los otros, así como aceptar que podemos estar equivocados.
Porque no se puede entender ni transmitir algo que no hemos sentido. Pero cuando hemos vivido el dolor, y hemos aprendido la lección que nos deja, podemos comprenderlo más profundamente y aprender del dolor de los otros.
Por eso es tan importante hablar con quiénes han sufrido las durezas de vivir en un mundo sórdido, crudo, agazapado, gris. Cuando la situación dramática de sus vidas se convierte en un diálogo con la muerte.
Conversando, intentamos comprender la carga de emociones escondidas que acarreamos y que nos han causado, y nos causan, tanto dolor. Aceptar serenamente la necesidad de desterrar cualquier tipo de temor de vivir llevando a cuestas esos tormentosos fantasmas de l pasado.
No podemos evitar que el pasado haya existido. Es infinitamente grave que nuestras vidas estén llenas de resentimiento hacia los demás y hacia nosotros mismos. Esto nos lleva a irnos destruyendo lentamente, imponiéndonos un castigo perenne con nefastos sentimientos de victimas o de verdugos.
Una visita que no olvidaremos fácilmente. Emociona que estas personas en su situación dramática puedan vivir sin odiar su pasado. Seres como paisajes abocetados apenas, como retratos apenas dibujados, personas fallidas en sus vidas y vencedoras en su infierno.
Porque a pesar de tener días oscuros, como es inevitable que sean algunos días, vendrán otros días mas radiantes y luminosos. Porque todo nuestro pasado forma parte de esos días. Porque nuestro pasado es la llave. No la cerradura.