Anna Forés Miravalles

Per seguir somiant

Los trastornos del sueño

Los trastornos del sueño

por David Bueno i Torrens | Nov 2, 2021 | 

https://www.ub.edu/neuroedu/los-trastornos-del-sueno/

La pandemia ha puesto aun más sobre la mesa los trastornos del sueño, una realidad cotidiana e íntima muy extendida en las sociedades contemporáneas. La sobreexposición a las pantallas, el exceso de estímulos de todo tipo, el estrés laboral o escolar y la difícil conciliación familiar han ido alterando los hábitos y horarios de sueño. Son muchas las personas que reconocen que duermen mal o poco, y crece el número de afectados por trastornos como el insomnio o la apnea. En este dosier analizamos qué pasa cuando dormimos bien y qué pasa cuando dormimos mal o no suficientemente.

Dormir o no dormir, una cuestión de salud

El sueño es un estado natural y necesario de reposo del cuerpo y la mente en que la consciencia disminuye y la actividad sensorial está relativamente inhibida. La respuesta a los estímulos externos es mínima, por lo menos a los suaves, pero a pesar del estado de inconsciencia relativa el nivel de actividad cerebral se mantiene alto. De hecho, esta es la principal diferencia entre el sueño y otros estados de inconsciencia, como puede ser el coma. Todos los vertebrados duermen y se sabe que también lo hacen al menos algunos insectos, como las moscas y las hormigas, lo que indica que dormir tiene una importancia trascendental para la vida de los animales. Ahora bien, no todos los animales duermen de la misma manera.

Las personas, por ejemplo, acostumbramos a dormir una media de 8 horas diarias, aunque hay una cierta variabilidad que no afecta a un buen descanso. Los gatos, por mencionar otro caso, duermen el 70% del tiempo, y hay mamíferos como las ballenas y los delfines que no duermen nunca del todo: durante un rato duerme un hemisferio cerebral y el otro se mantiene completamente despierto, y después se intercambian el estado. En lo que respecta a los insectos, se ha visto que las moscas duermen varios momentos cada día, durante los cuales se quedan quietos e indiferentes a los estímulos exteriores suaves y las antenas se les relajan y les cuelgan. Para unos animales que se comunican en gran medida enviando y recibiendo señales con las antenas, esta relajación vendría a ser el equivalente al hecho de cerrar los ojos para nosotros. Las hormigas reina hacen unas 90 dormidas diarias de seis minutos cada una, mientras que las obreras hacen unas 250, pero solo de un minuto.

Si todos o casi todos los animales duermen, significa que este estado de semiinconsciencia debe tener un papel crucial para la vida. ¿Qué sucede cuando dormimos y qué efectos tiene dormir poco o mal?

En definitiva, dormir bien, es decir, tener un sueño reparador adecuado, aumenta la esperanza de vida y, sobre todo, incrementa la calidad de nuestra vida.

  • Traducido del dossier «Els transtorns del son» escrito por David Bueno y publicado en el diario Ara el 18 de abril de 2021

¿Qué pasa cuando dormimos bien?

Por un lado, se producen procesos de renovación de reparación del sistema muscular y esquelético. La actividad diaria mantiene los músculos activos, lo que hace que se puedan producir pequeñas roturas en las fibras musculares y que se vayan acumulando sustancias de desecho producidas por el metabolismo celular normal. La inactividad muscular que se produce en algunas fases del sueño permite eliminar estas substancias residuales. Además, cuando dormimos el cuerpo fabrica con mucha intensidad una hormona de crecimiento que estimula la formación de nuevas células musculares y la reparación de las fibras que se han roto.

El sistema endocrino también se beneficia si se mantiene una buena higiene del sueño, es decir, si dormimos bien, lo que repercute en todas las funciones corporales. Durante el día, una de las neurohormonas que permiten mantener un buen estado de ánimo es la serotonina. Por la noche la que predomina es la melatonina, pero para mantener un buen equilibrio homeostático tienen que ir intercalándose: de día, serotonina, y de noche, melatonina. Estas oscilaciones hormonales hacen que disminuya la producción de otra hormona, el cortisol, que se relaciona con el estrés. Dormir bien, por lo tanto, mejora el estado de ánimo, favorece un funcionamiento psicológico adecuado y reduce el estrés.

Durante el sueño el sistema inmunitario también aprovecha la energía metabólica disponible, que no se utiliza en ninguna otra actividad, para regenerarse. Además, mientras dormimos el cuerpo produce citocinas, unas proteínas específicas implicadas en la activación, coordinación y regeneración de las células del sistema inmunitario, lo que favorece y potencia la respuesta inmunológica. Las citocinas son producidas y liberadas durante la fase de sueño profundo, por lo cual resulta doblemente perjudicial si no pueden conseguirse los niveles suficientes.

El sueño se correlaciona también con cambios en la organización y la estructura cerebral. Mientras dormimos el cerebro se mantiene muy activo, pero el hecho de que no lo estemos usando de manera consciente para ninguna tarea concreta permite que utilice toda la energía disponible para eliminar las substancias de desecho que ha ido acumulando durante el estado de vigilia como producto natural de su actividad metabólica y que pueda reparar la integridad neuronal. Además se remodelan las conexiones sinápticas entre las neuronas, que son la base de la memoria y del aprendizaje. Dicho de otro modo, mientras dormimos se consolida todo lo que hemos aprendido durante la vigilia; ello libera la memoria a corto plazo, y el cerebro lo aprovecha para crear relaciones con otras experiencias anteriores. Se considera que los sueños son un reflejo de esta actividad, durante la cual el cerebro va relacionando experiencias diversas. Por este motivo, en un sueño se combinan muchos elementos diferentes que, aparentemente, están desconectados entre si. Todos estos factores, combinados con el mantenimiento de unas funciones psicológicas adecuadas, la potenciación de un buen estado de ánimo y la disminución del estrés, también favorecen y potencian la capacidad de concentración, atención y reflexión.

El sueño favorece el mantenimiento del equilibrio y la homeostasis

Durante el sueño se producen un conjunto de procesos imprescindibles para el mantenimiento del equilibrio y la homeostasis de los diversos sistemas que componen el cuerpo. La homeostasis es la tendencia a mantener la estabilidad interna, que favorece el buen funcionamiento general.

Y… ¿Qué pasa cuando no dormimos bien?

¿Qué pasa cuando no dormimos bien?

La reparación y la regeneración deficitaria del sistema muscular y esquelético favorecen la aparición de dolor en diversas partes del cuerpo, normalmente las que han trabajado más durante el día, como puede ser la zona lumbar, si estamos muchas horas sentados, o las articulaciones. La falta de sueño también puede propiciar o agravar la fibromialgia  y la fatiga crónica, afecciones que también perjudican la calidad del sueño, de manera que no resulta sencillo establecer cuál es la causa y cuál la consecuencia. Pero, sin duda, hay una relación entre la calidad del sueño y estos trastornos.

Los desequilibrios hormonales debidos a la falta de sueño o a un sueño de mala calidad perjudican el funcionamiento psicológico, lo que afecta negativamente al estado de ánimo y favorece episodios de tristeza y depresión, al mismo tiempo que se acentúan las consecuencias del estrés. Además, también se alteran otras hormonas implicadas en el metabolismo, como por ejemplo la insulina; ello repercute en la aparición de trastornos metabólicos como la diabetes, la obesidad y la hipertensión. Estos trastornos, a su vez, en combinación con el estrés, pueden propiciar también patologías cardíacas.

La falta de coordinación y reactivación del sistema inmunitario por déficit de sueño o por sueño de poca calidad dificulta la defensa inmunitaria contra las enfermedades infecciosas, como las debidas a bacterias patógenas o a virus, y reduce la producción de anticuerpos.  Los anticuerpos son proteínas fabricadas por células del sistema inmunitario que reconocen de forma específica los agentes patógenos y los marcan para que otras células, también del sistema inmunitario, las destruyan o bien lo hacen ellos directamente, ayudados por otras proteínas. Además, el sistema inmunitario dispone de células capaces de reconocer y destruir las células tumorales. La falta de activación o la desregulación de estas células, que se denominan linfocitos T citotóxicos, incrementa la probabilidad de padecer cáncer.

No dormir o dormir mal afecta negativamente a la atención, la memoria y los aprendizajes, dado que el cerebro no puede consolidar las experiencias vividas durante la vigilia. Esto provoca que la memoria a corto plazo se resienta, hecho que a su vez afecta negativamente a la capacidad de concentración y de asimilación de conocimientos nuevos, al tiempo que favorece la pérdida de memoria. Por otra parte, en combinación con otros factores, como el estrés o el estado de ánimo negativo, que también pueden ser inducidos por la falta de sueño, incrementan la impulsividad y, en consecuencia, disminuyen la capacidad de reflexión y razonamiento.

Población que sufre apneas o insomnio

No hay coincidencia entre los diferentes estudios, pero en general se calcula que un 15% de la población adulta sufre insomnio, con más incidencia en las mujeres que en los hombres. En cambio, en cuanto a las apneas -pausas respiratorias durante el sueño-, el porcentaje de afectados sería el mismo, pero mayoritariamente son hombres. Los otros trastornos del sueño tienen una afectación más baja en el conjunto de la población.

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