Anna Forés Miravalles

Per seguir somiant

Entrevista a David Vázquez, vocalista de Ràbia Positiva y de Lo Petit Comitè, y autor del libro La mirada horitzontal: ‘Escribir canciones significaba una auténtica válvula de escape en mi día a día’

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David Vázquez es el ejemplo perfecto de que ser músico puede ser (y debería ser) algo más que componer e interpretar canciones. Formador de conciencias, educador social, referente para los movimientos sociales de base, David desarrolla ahora su faceta de escritor y nos habla, entre otras cosas, del libro que ha publicado hace poco. Unas páginas y unas canciones llenas de sentimiento, compromiso y acción.

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Hola, David. La primera pregunta es obligada: sin pandemia y sin confinamiento, ¿habrías tenido tiempo para escribir La mirada horitzontal?

La historia de La mirada horitzontal se remonta al año 2017. Desde entonces he ido escribiendo en los ratos libres, sobre todo vacaciones. Fue a raíz de la finalización de una larga etapa laboral que me decidí a poner nombre a lo que había vivido con una doble finalidad: por un lado explicar el trabajo de un educador social desde la práctica y también visibilizar el sinhogarismo, un ámbito de intervención donde nuestro rol profesional tiene mucho que decir.

El libro tiene menos de 100 páginas y se lee rápido. ¿Tienes historias ya para un segundo volumen?

Siempre digo que cualquier educador con un poco de experiencia podría hacer este libro y, además, sería necesario y recomendable. Las experiencias que vivimos como educadores superan muchas veces cualquier guion de película, así que no sería descartable hacer una segunda parte, siempre que continúe en esta trinchera.

Algunas historias que has vivido te han servido de inspiración para escribir letras de canciones. Aquí se incluyen «Com s’entén?» de Ràbia Positiva y «Residus del sistema» de Lo Petit Comitè, pero seguro que hay muchas más. ¿Puedes indicarlas y resumir de qué va cada una?

Pues está claro que mi posición ha sido privilegiada a la hora de escribir canciones y que éstas significaban auténticas válvulas de escape en mi día a día. La música ha sido y es todavía mi fuente y ya desde los inicios de Ràbia Positiva podemos encontrar canciones como «Mira por dónde» (A Volar!, 2000) que denuncia el maltrato infantil, «Nadie es ilegal» (Paraules, 2002) que critica una ley de extranjería pensada para expulsar y no incluir o «No conforme» (Un altre camí, 2004) que acaba siendo una declaración de principios donde ponemos de manifiesto que tenemos que decir lo que no nos gusta y hacerlo unidos. Las canciones elegidas para el libro tienen que ver con la problemática de las personas que viven en la calle o sin hogar, una temática que con Lo Petit Comitè es aún más cercana dado que todos los componentes del grupo estamos vinculados con este campo de trabajo.

En una de las páginas del libro dices «La música como mensaje y herramienta de transformación social». Yo también entiendo la música así, pero seguramente algunos de los seguidores de Science of Noise no lo tienen tan claro y no comparten este mensaje. ¿Cómo se lo explicarías mejor?

Así es como es crecido y así lo hemos aprendido, es decir, yo soy lo que soy en buena parte gracias a la música que me empieza a interesar. Debo mucho a los grupos que con sus letras me petaron la cabeza y me hicieron ver que las cosas no son como las explica la televisión. A mí me ha acompañado siempre esta premisa a la hora de componer: hacer de la música un instrumento más para reivindicar un mundo más justo y mejor. Si el siglo pasado cantábamos contra la Mili, ahora lo tendremos que hacer contra la ampliación del aeropuerto de El Prat. Todo ello son luchas compartidas donde la música ha estado y estará.

Me ha gustado especialmente la historia de Josep Sió, quien vivía en una furgoneta y aparcaba donde quería. Me ha recordado a Roger Miret de Agnostic Front, quien también vivía en una furgo y lo aparcaba por las calles del Lower East Side de Nueva Iork. ¿Cómo conociste a Josep y que sabes de él ahora?

Antes de que las calles se privatizaran con zonas azules y verdes eso era posible. No dejaba de ser una situación precaria, pero al menos te ahorrabas las multas. Ahora mismo Josep vive en un piso del programa Primer La LLar, un proyecto muy interesante que precisamente nace en Nueva York. Allí las personas que dormían en la calle se multiplicaban año tras año, así como las plazas de albergue. En pocos años pasaron de tener 5.000 a 30.000 plazas que ofrecían pernoctaciones, hasta que alguien pensó que si hacían 50.000 más también las llenarían y optó por Housing First, un programa que pone a la persona en el centro y le ofrece una vivienda. La experiencia ha demostrado que un 85% de las personas que participan de este programa no vuelven a la calle, lo que no ocurre con los albergues. Aparte de la efectividad de la idea, no es menos importante el hecho de demostrar que es mucho más barato habilitar pisos vacíos que construir parkings de personas.

Todos sabemos que la cuestión de los jóvenes extranjeros no acompañados (mal llamados MENAs) está de plena actualidad y es muy compleja, pero con tu experiencia como educador social, ¿podrías dar alguna fórmula «mágica» que se pueda explicar fácilmente para resolver la situación? O al menos para mejorarla…

No es un tema sencillo y no me gusta caer en discursos buenistas porque si conoces la realidad ves que hay de todo y no cualquier educador/a puede trabajar con estos jóvenes. Lo que sí hay es un denominador más o menos común que es lo que nos debería interpelar como sociedad y poner por delante; y es que estos jóvenes mayoritariamente vienen a buscar una oportunidad que en sus países de origen están convencidos de que no tendrán y es tal cual.

Gracias a leer La mirada horitzontal he descubierto que también tocabas en un grupo que se llamaba Los Ronderos. No tenía ni idea. ¿Qué puedes contar sobre ellos?

Los Ronderos era una actividad enmarcada en un taller de música que iniciamos en el centro de acogida para personas convalecientes sin hogar en el que trabajaba. La experiencia fue cogiendo forma porque por aquel lugar siempre pasaban personas que habían sido músicos o sabían tocar algo. Fueron unos doce años en el que al cabo del año llegábamos a hacer tranquilamente 30 conciertos, algunos de ellos memorables y llenos de anécdotas que no cabrían en esta entrevista. Una experiencia muy rica que incluso se ha ido replicando desde diferentes asociaciones y entidades.

¿Qué representa el collage de la cubierta del libro?

No tengo nada que ver con la portada porque el diseño lo hace la editorial. Se trata de una mano que más que ofrecer apoyo, rechaza a una persona que ni siquiera tiene cara. Para mí representa a las personas sin hogar, los invisibles de la sociedad, ya que hemos normalizado que estén como si formaran parte del mobiliario urbano. Siempre me gusta dejar claro que nadie elige ser una persona sin hogar y que cualquiera de nosotros lo podríamos ser, os lo aseguro.

Tengo entendido que ya has hecho varias presentaciones de La mirada horitzontal, debates en programas de radio, charlas en universidades, etc. ¿Cómo va la tarea de promoción ahora que eres escritor? ¿Te veremos el próximo año en Sant Jordi firmando libros en la Rambla o qué? 😉

La verdad es que va muy bien. Ya vamos por la segunda edición del libro y no han pasado ni seis meses, la idea es seguir tirando del hilo y explicar de qué va esto de la educación social desde la base. Pronto iré prácticamente a todas las universidades catalanas a presentarlo, pero también me han llamado de institutos de ciclos formativos de integración social, incluso de Mallorca, en bibliotecas, librerías y justo esta semana ha llegado una propuesta para su presentación en el Centro de estudios jurídicos.

En una entrevista para Radio Contrabanda dijiste que para ti es más fácil hacer canciones que escribir un libro. Me sorprende mucho este comentario teniendo en cuenta que para hacer música debes saber componer con la guitarra, que te salgan buenas melodías, intentar no repetir otros sonidos que hayas escuchado previamente, etc. No lo entiendo… ¿Me lo explicas por favor?

Lo dije en el sentido de la extensión y que una letra puede llegar a salir de golpe. Si tienes la idea, en poco tiempo la puedes tener más o menos estructurada y hecha. En cambio, un libro es mucho más denso y la dedicación en mi caso ha sido muy grande. Además, en la construcción de la letra de la canción puede intervenir el resto del grupo o te pueden dar ideas, en el caso del libro esta ha sido una tarea más individual y solitaria.

Si no hubieras escuchado punk desde joven, ¿habrías elegido estudiar educador social en la facultad?

Seguramente no, esta elección tiene mucho que ver con un tema de justicia social, sin olvidar que la mejor justicia social sería que mi profesión no existiera.

Creo que ahora en octubre ha salido la segunda edición del libro, ¿no? ¿Hay prevista alguna edición en castellano para el futuro?

Sí, la segunda edición ya la tenemos en las manos, pero esperaremos a noviembre para hacer la promoción porque en las librerías aún quedan algunos ejemplares de la primera edición. La edición en castellano está prevista para el año próximo.

Nos puedes explicar cuál es la última hora tanto de Ràbia Positiva como de Lo Petit Comitè?

Ràbia Positiva cerró la barraca en 2010, pero casi siempre una vez al año hacemos alguna acción que sirve de reencuentro. Debido a la pandemia esto no ha sido posible y esperamos volver a encender los amplificadores una vez al año. En el caso de Lo Petit Comitè, la pandemia lo que ha hecho ha sido multiplicar la familia, pasando de tres a cinco los descendientes del grupo. Ahora toca criar y no hemos podido ni hablar de cómo encararemos el futuro. Eso sí, alguna vez hemos podido conjugar presentación del libro y música en diferentes formatos, reproduciendo de paso las canciones del libro.

Y ya para terminar me gustaría saber cuál ha sido la mejor y la peor experiencia que has vivido personalmente en estos tres ámbitos: como cantante de Ràbia Positiva, como cantante de Lo Petit Comitè y como educador social.

Con Ràbia Positiva una vez nos llamaron de Castellón de la Plana y al llegar no había nada montado. Tengo muy presente aquella escena inhóspita de las que te quitan las ganas de seguir adelante; con Lo Petit Comitè sufrimos un cambio de formación en los primeros años que fue doloroso y nos condicionó y como educador social en ocasiones me ha tocado estar donde hubiera preferido no estar, poniendo el cuerpo incluso. De todos modos, de las tres experiencias guardo muy buenos recuerdos, una ha llevado a la otra y me siento un privilegiado de poder trabajar de lo que me gusta y de tener un grupo de música que me ha permitido conocer buena parte de las que actualmente son mis mejores amistades. Hay momentos complicados, pero sabemos que la vida es una carrera de obstáculos.

¡Muchas gracias por las respuestas, compañero!

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