Anna Forés Miravalles

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Arte de decir no. la Vanguardia

ESTILOS DE VIDA

El arte de decir no

Ante cualquier pregunta o solicitud, tan legítimo es decir sí como decir no. En cambio, el primero está mejor considerado, y muchas veces acabamos dando un sí cuando queremos decir no. ¿Por qué? ¿Tan difícil es ser fieles a nuestra idea o deseos? | Conviene ensayar respuestas para poder resistir la presión de los otros

Gente | 10/10/2009 – 03:31h | 15/10/2009 – 15:33h

Mayte Rius

El jefe te encarga una tarea que no te compete y, además, diez minutos antes de que finalice tu jornada. ¡Hoy que habías quedado al salir del trabajo…! Pero en lugar de explicarle que no puedes, aceptas la tarea. Ayer fue tu madre quien te llamó diciendo que se pasaría a última hora por tu casa para enseñarte unas fotos y cenar contigo y, aunque tenías otros planes, quedaste con ella. Anteayer, un amigo te pidió un favor. Era el quinto en el mismo mes, pero volviste a decir que sí. Y el sábado fuiste incapaz de decir que no a tu pareja cuando te propuso salir a cenar y a bailar aunque lo que realmente deseabas era quedarte en casa leyendo. ¿Por qué anteponemos las necesidades y deseos de los otros a los nuestros?

«Por miedo a ser rechazados«, responde Anna Forés, profesora de la Universitat de Barcelona y coautora, con Eva Bach, del libro La asertividad (Plataforma). Y es que, aunque tengamos tanto derecho a responder sí como no, el sí está mucho más prestigiado. Desde pequeños nos plantean las preguntas esperando que digamos sí: ¿Hiciste lo que te mandé? ¿Quieres a la abuelita?; y nos transmiten que el no está mal considerado: «Tienes un no para todo», «Siempre dices no, eres un negativo». Todo ello va calando y uno acaba por considerar que hay que decir sí para complacer a los demás y que dar un no por respuesta es contrariarlos y provoca rechazo. Este convencimiento se intensifica en la adolescencia por ser una etapa donde la identidad está muy vinculada a la socialización, al grupo, y se va reafirmando de adultos, de manera que, con mucha frecuencia, cuando uno quiere decir no, acabe diciendo sí o que se sienta mal diciendo no.

«Los humanos tenemos tendencia a la empatía, a sentir lo que sienten los demás, y la activación empática nos lleva a decir que sí, a no contrariar; y esa empatía es beneficiosa si enseñamos también dónde están sus límites, dónde comienza el abuso, dónde acaba la broma y empieza la burla, dónde está el límite del trabajo, dónde de la comida, dónde acaba el amor y empieza el maltrato…», comenta María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Universidad Complutense. «Con frecuencia es más fácil decir que sí porque un no implicaría entrar en conflicto con otra persona y, como son peticiones pequeñas, creemos que no vale la pena», justifica Juan Antonio Moriano, profesor de Psicología Social de la UNED. Y explica que esta situación se da con mucha frecuencia en las relaciones familiares, porque la familia se basa en la reciprocidad de favor por favor, y al no decir no te vas encadenando.

Claro que también hay diferencias culturales, porque hay sociedades más individualistas que otras. «Hay culturas muy colectivistas, donde la persona está al servicio del grupo, como la árabe o la japonesa, y otras más individualistas donde la persona tiene más fuerza y está menos condicionada por las relaciones familiares», apunta Moriano. La asimetría entre el sí y el no en culturas como la japonesa se manifiesta incluso en el lenguaje, con un repertorio más amplio de afirmaciones que de negaciones. «No tenemos muchas expresiones para el no porque no queremos decir no directamente, preferimos utilizar otras maneras, por educación; si el jefe nos pregunta si nos podemos quedar más tiempo en la oficina, nunca diremos que no, lo que explicaremos es que a determinada hora tenemos que estar en otro sitio», explica la nipona Mikiko Tokumatsu, del departamento de Cultura y Exposiciones de Casa Àsia en Barcelona.

Pero también dentro de una misma sociedad hay personas a las que les cuesta más que a otras dar un no por respuesta por miedo a herir al otro, aunque ello suponga hacerse daño a sí mismos. Depende de las habilidades sociales y competencias emocionales de cada uno, especialmente de su grado de asertividad, que es la habilidad para expresar nuestros pensamientos, sentimientos y creencias sin sentirnos culpables y respetando la opinión de los otros. Los psicólogos contraponen a las personas asertivas a las agresivas (las que van exigiendo que las digan que sí) y las pasivas (siempre anteponen los deseos de los otros). Juan Antonio Moriano lo explica con un ejemplo muy gráfico: «Imagina que entras en un bar y pides una Fanta de naranja pero el camarero te la trae de limón; si eres una persona pasiva te la tomarás sin decir nada; si eres agresiva, le dirás: ´Eres un inútil, mira lo que me has traído´; y si eres asertivo, le comentarás que ha habido un error, sin discutir si tuyo o suyo, y le preguntarás si por favor te puede cambiar el refresco; es decir, defenderás tus derechos sin agredir al otro».

¿Y cómo aprendemos a ser asertivos? «Lo primero es tener claro que tienes ese derecho a decir no, a expresar tus pensamientos; eso significa tener una buena autoestima y consideración hacia ti mismo», indica Anna Forés. Con frecuencia tememos que si priorizamos nuestras necesidades, opiniones y deseos seremos tachados de egoístas, pero decir no cuando lo consideramos justo es una manifestación de responsabilidad, de autoestima y de madurez. Hay cierto consenso en que cuanto más claros tengamos los límites y los valores éticos, tanto propios como ajenos, más fácil nos será decir que no y ejercitar nuestra asertividad. Además, esta es una capacidad ligada al crecimiento cognitivo, al pensamiento secuencial, a la habilidad para buscar alternativas, y puede entrenarse, según explica Joaquim Cabra, psicopedagogo y coautor de diversos programas destinados a trabajar la asertividad y fomentar las habilidades socioemocionales desde el ámbito escolar.

A decir no, por tanto, se aprende entrenándose, ensayando respuestas y técnicas para salir de diferentes situaciones que puedan plantearnos. Los especialistas trabajan con películas, con libros, pero, sobre todo, con los llamados juegos de rol, el ponerse en situación y reflexionar sobre cómo actuaríamos en determinadas circunstancias. Con frecuencia estos entrenamientos, sobre todo en el ámbito escolar, se relacionan con situaciones de riesgo, como método de prevención del consumo de drogas, de la violencia escolar o de género, del abuso de menores… Pero las estrategias que se enseñan y practican son válidas para resolver otras situaciones cotidianas en las que hemos de defender nuestras posiciones y queremos hacerlo con el menor coste emocional posible.

Las opciones son diversas, tanto en complejidad como en finalidad, y cada uno debe elegir la que mejor se adapte a su forma de ser y a las circunstancias concretas. La estrategia más sencilla para decir no y defender nuestra postura es, sin duda, la del disco rayado: negarse a algo y repetir nuestro argumento tantas veces como insista la otra persona, sin alterarnos. Claro que quizá no sea la mejor estrategia si no queremos dañar una relación, porque se corre el riesgo de resultar antipático. Por el contrario, la negociación integradora, el yo gano tú ganas, resultará muy adecuada para resolver conflictos sin rupturas, pero es mucho más compleja y tampoco vale para todas las situaciones. Entre una y otra hay toda una batería de técnicas que van desde recurrir al humor, hasta invertir los papeles, dar una excusa o proponer alternativas, entre otras (véase información de apoyo).

María José Díaz-Aguado enfatiza que tan importante como aprender e interiorizar estas técnicas para decir no es saber cuándo hay decirlo, cuándo utilizarlas, porque tampoco se trata de resistirse a la opinión de los demás por sistema. «Hay que entrenarse para saber tomar decisiones inteligentes, y eso tiene que ver con la ética: uno ha de decir no y resistir la presión cuando dos valores entran en conflicto y hay uno claramente superior, en el que se cree», explica. Y pone como ejemplo la confrontación entre la amistad y la salud, y la supremacía de esta última, para decir no al amigo que te ofrece drogas, o entre el amor y la dignidad para rechazar a la pareja que te coacciona. «Si entiendes por qué has de decir no, el valor que está amenazado, encuentras cómo decirlo», justifica Díaz-Aguado, que ha desarrollado numerosos programas de entrenamiento en estas habilidades desde la Unidad de Psicología Preventiva de la Complutense.

Joaquim Cabra relativiza el éxito de los entrenamientos en asertividad «con supuestos prefabricados», porque cuando se presentan las situaciones concretas, reales, hay factores emocionales que nos condicionan. «En las situaciones que proponemos a los alumnos siempre dan la respuesta esperada, pero cuando luego se plantea la cuestión en el patio o en la calle, no; ensayamos para decir no a una pareja que nos proponga relaciones sexuales sin protección y todo el mundo lo ve muy claro, pero llegado el momento, acceden a esas relaciones porque interviene el factor emocional, el miedo al rechazo, a ser abandonado», ejemplifica.

Por ello los expertos aconsejan entrenar nuestra asertividad con casos lo más reales posibles y ponernos en situación también en lo que se refiere a cómo nos vamos a sentir y a las consecuencias de nuestra negativa. «Tampoco tenemos que ser asertivos al 100% y decir siempre lo que nos molesta; hay que valorar las circunstancias y tomar conciencia de las consecuencias de nuestras acciones; no es lo mismo decir que no a la pareja o a los hijos que en el trabajo; ni pedir a alguien que no fume si ambos estáis de paso en un comercio que si vais a compartir horas de viaje», comenta Anna Forés. Por otra parte, tampoco hace falta ser siempre tajante ni desagradable al decir que no; se puede ser diplomático, pero sin dejar lugar a dudas sobre nuestra negativa ni entrar a justificar nuestras decisiones, porque eso sería tanto como sentirnos culpables por ellas.


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Como detectar un pirata laboral, de Moderna de Pueblo

 

Com detectar un pirata laboral, de Moderna de Pueblo

Recentment, la imparable expansió del fenomen del còmic Moderna de pueblo, ha saltat també al món del vídeo. Un dels primers en publicar-se parla sobre els pirates laborals: segons Raquel Córcoles i Carlos Carrero, les ments pensants darrere d’aquestes publicacions humorístiques, són aquelles persones que s’aprofiten de la precarietat laboral oferint treballs «cutres» com si fossin perles brillants al fons del mar.

Accés a pàgina web de Moderna de Pueblo: http://modernadepueblo.com

Accés al seu canal de Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCBO2H96ySPlwJPylQNYVz4w


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El efecto de la naturaleza en los niños. 7 cambios positivos.

 

 

PORTADA efecto naturaleza niños

El espacio en el que juegan y se desarrollan los niños influye en su comportamiento. Seguro que no te suena extraño si te digo que en un lugar abarrotado y ruidoso el juego es frenético y en un lugar en tonos claros y ordenado el juego es más calmado o profundo, ¿verdad?

Pues imagínate qué cambios se pueden apreciar cuando el espacio de juego es la naturaleza o, en todo caso, un espacio al aire libre sin objetos ni juguetes de ningún tipo, sólo elementos naturales como único estímulo.

Este año estamos pasando mucho tiempo al aire libre y he podido observar los cambios en unos mismos niños de un espacio cerrado a un espacio abierto. No sólo cambian ellos, sino también su juego y las relaciones que se establecen. En mi experiencia, jugar a fuera, al aire libre y si es en espacios naturales aún mejor, sólo aporta beneficios y cambios positivos.

naturaleza beneficia conducta niños

Cada vez hay más escuelas del bosque y cada vez también más escuelas convencionales intentan adaptar sus espacios exteriores para convertirlos en lugares (patios) más naturales. Por supuesto que aprender directamente de la naturaleza es mucho más interesante que hacerlo a través de un libro, pero estoy convencida también que uno de los motivos de “naturalizar” la educación radica en que los niños al aire libre están más en sintonía consigo mismos y menos estresados.

Existen muchos estudios sobre ello pero sólo quiero hablarte de aquellos cambios que son muy palpables, que a poco que salgáis afuera podréis observar. Y son cambios importantes. ¿Quieres saber cuáles?

1. HAY MENOS DIVISIÓN ENTRE NIÑOS/NIÑAS. Los materiales que a veces disponemos en casa, aulas o cualquier espacio “destinado” a los más pequeños hacen que a veces las niñas y los niños jueguen a aquello que se considera típico en su género, aunque hayamos ofrecido todo tipo de juguetes y materiales.

Esto es algo que he observado en varias circunstancias distintas y siempre veo como en espacios cerrados la tendencia es que las niñas jueguen a muñecas y los niños a coches (generalizando muchísimo claro, pero para que me entendáis) mientras que al aire libre los juegos más motrices cobran protagonismo y se minimizan las diferencias.

Y es que en la naturaleza todo es “unisex”, por decirlo de alguna forma, jeje. Los niños juegan por igual con palos, piedras, trepando montañas y árboles y se observan más juegos en común entre ambos géneros.

beneficios naturaleza - juego niños niñas

2. SURGEN MENOS CONFLICTOS ENTRE NIÑOS. En la naturaleza no poseemos nada y los niños lo saben. Está ahí para nutrirnos y disfrutar con ella, pero no nos pertenece. Eso ocasiona que los habituales conflictos de “esto es mío”, “esto lo tenía yo”, las disputas por las palas, un muñeco en concreto o una bici desaparecen. No es que estos problemas sean negativos, de todo se aprende y es necesario también aprender a respetar lo que tiene el otro en un momento concreto, pero jugar más al aire libre genera climas más tranquilos, muy favorecedores para los pequeños.

3. EN LA NATURALEZA SE ACUMULA MENOS ESTRÉS. Relacionado con el punto anterior, la naturaleza ofrece ambientes más relajados porque no hay paredes que contengan a los niños, ni espacios pequeños en los que puedan sentirse agobiados.

En la naturaleza o al aire libre un niño con un mal día, con ganas de estar solo, de desconectar, puede hacerlo. Basta con alejarse un poco, sentarse tras una piedra, esconderse tras unos matorrales…

beneficios naturaleza - refugiarseEsta fotografía tan preciosa es de Lia Duran Fotografía y me encanta la expresión salvaje de la pequeña, encaramada a la montaña de troncos y ramas. Las dos anteriores también son de ella.

4. LA NATURALEZA FAVORECE EL TRABAJO EN EQUIPO

Por lo que yo he podido observar, los niños al aire libre y, sobre todo en la naturaleza, están más que dispuestos a colaborar entre sí. Son conscientes de que uno solo no puede mover un gran tronco o construir una cabaña chula y, cuando alguno lo intenta sin éxito… siempre aparece otro en su ayuda. Espontáneamente se organizan los grupos y el trabajo en equipo.

beneficios naturaleza - trabajo en equipo

5. JUGAR EN LA NATURALEZA FAVORECE SU AUTOCONFIANZA Y LES ENSEÑA A CALIBRAR LOS RIESGOS POR SÍ MISMOS.

Jugar al aire libre, ya sea en un patio o parque bien pensado, con elementos naturales o la naturaleza ofrecen un sinfín de oportunidades para que los peques valoren riesgos. Antes de trepar a un árbol hay que pensar cómo subir y, por supuesto, cómo bajar. Antes de subir a una piedra mediré si podré mantener el equilibrio sobre ella… e incluso a veces creerán que no son capaces de hacer algo y aún y así lo probarán. Y, en ocasiones, para su sorpresa, lo conseguirán.

beneficios naturaleza - superar retos

Todo ello les da múltiples oportunidades de calibrar las dificultades, las posibilidades de éxito, los riesgos… y les genera la confianza de que son capaces de hacerlo o de calibrar las posibilidades de éxito.

6. FOMENTA LA IMAGINACIÓN

El hecho de que no haya materiales artificiales y, aparentemente, no haya juguetes obliga a los niños a crear los juegos y la diversión a partir de sí mismos. Esto es algo que me encanta ver al aire libre. Pueden pasar por momentos de aburrimiento, momentos de no saber qué hacer, por supuesto, pero en la naturaleza siempre acaban encontrando qué les motiva y lo mejor es que ese algo está conectado con una necesidad interna de ellos.

Todo lo que encontramos en la montaña o en el mar es material no estructurado. Elementos que son parte de la naturaleza, que no tienen un fin concreto para jugar pero ello les da pie a imaginar múltiples cosas o a crearlas.

La verdad es que observar a los niños en esas circunstancias es maravilloso. He visto palos convertidos en espadas, tierra convertida en chocolate deshecho, troncos convertidos en coches… las posibilidades son tan infinitas como su imaginación.

beneficios naturaleza - imaginación

imaginación beneficios naturaleza

7. LOS NIÑOS ESTÁN MÁS FELICES Y ALEGRES

Y la razón más importante de todas… es que los niños están ahí plenamente felices. ¿No os parece que cuando los peques corren por el bosque, saltan y se esconden, trepan árboles, arrancan hierbas y juegan con la tierra… están pletóricos? A mi sí, me parece que están en su lugar (y si es un lugar con acceso a agua ya ni os cuento, jeje).

No quiero acabar este artículo sin matizar que digo que los niños cambian en la naturaleza porque hoy en día están mucho más fuera que en ella. Pero seguramente sería más acertado decir que alejar a los niños del medio natural es lo que modifica su conducta, les genera estrés, la necesidad de estímulos externos y un largo etcétera.

Pero no pretendo con este artículo idealizar la naturaleza como único lugar en el que los niños jueguen y se desarrollen, pero sí remarcar porqué es importante que los niños pasen tiempo en ella o, en todo caso, que los patios de escuela y los parques infantiles se naturalicen. Y es que los espacios naturales al aire libre, con su diversidad y pluralidad, ofrecen múltiples retos y oportunidades de juego, permitiendo a cada niño desarrollar aquello que necesita en un momento determinado. Y eso les hace felices. Merece la pena salir más a menudo, ¿verdad?


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A trabajar pero sin jefes

 

http://economia.elpais.com/economia/2016/02/11/actualidad/1455205572_422449.html

El adelgazamiento de las jerarquías y la iniciativa individual mejoran el rendimiento

Las empresas están transformando sus estructuras para difuminar las jerarquías.
Las empresas están transformando sus estructuras para difuminar las jerarquías. Paul Bradbury (Getty)

Steve Jobs dijo: “No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tienen que hacer”. La cita quedaría que ni pintada para arrancar cualquier conferencia o este artículo, pero que una organización trate de llevar a la práctica lo que sugiere ya es otro cantar. ¿La autogestión de los profesionales es posible o tan sólo una bonita utopía de las que les gusta contar a los gurús empresariales?

Una de las pocas empresas que se han atrevido a aplicarse al pie de la letra las palabras de Jobs es la estadounidense Zap­pos. Hace unos años esta tienda online de ropa y calzado apostó por adoptar como sistema organizacional la holocracia, una estructura en la que no hay cargos ni jerarquías. “En Zappos no hay jefes en el sentido convencional de la palabra. Dirigir a los demás o decirles lo que tienen que hacer no forma parte de las tareas de ningún empleado. En su lugar, se estimula la iniciativa individual y el control y la responsabilidad sobre el propio trabajo”, explica Brironni Alex, empleada de Zappos. Según esta visión, el concepto de liderazgo trasciende la dinámica jefe/subordinado “hacia un modelo que prima cualidades como liderar con el ejemplo”, agrega.

El caso de Zappos puede parecer ciencia-ficción por lo extremo, pero lo cierto es que cada vez hay más ejemplos de compañías, también en España, que adoptan estructuras más planas en las que las relaciones jerárquicas se suavizan. Jefes hay, pero su papel es menos intrusivo y más facilitador. Google presume de dar a sus empleados una completa accesibilidad a los cargos directivos. Gracias a esta política, “las ideas se desarrollan con más rapidez, hay menos burocracia y cada trabajador adquiere responsabilidad plena sobre los proyectos que le son designados”, asegura Anaïs Pérez Figueras, directora de comunicación de Google España y Portugal.

Empoderamiento y responsabilidad son las dos palabras clave para que el sistema funcione. Algo que, según Pilar Jericó, presidenta de Be-Up, no todo el mundo posee. “El que siga con la mentalidad del ‘yo soy un mandado’ no tiene sitio en estos modelos”. Esta especialista aconseja empezar por definir muy bien objetivos, tanto individuales como empresariales, “porque si no hay visión global no puede haber autonomía”. Además, la organización debe fomentar un clima de trabajo en el cual el empleado pueda tomar de forma natural y responsable sus propias decisiones. De manera correlativa, los superiores han de asumir la posibilidad de que las personas a las que han empoderado pueden cometer errores. “Hay que saber gestionar las equivocaciones, ya que si se penaliza severamente una iniciativa, lo más probable es que no veamos nacer ninguna más de esa persona”, advierte Jericó.

EL MODELO COOPERATIVO ESTÁ LEJOS DE MORIR

El 41% de los 74.117 empleados de la Corporación Mondragón son cooperativistas, en otras palabras, copropietarios del mayor consorcio en régimen de cooperativa del mundo, que en 2014 facturó 11.479 millones de euros. Eroski, Laboral Kutxa y Orbea son algunas de las 260 entidades en las que participa, 105 de las cuales son cooperativas. En Modragón hay jefes, pero son escogidos democráticamente por los propios trabajadores/propietarios, y su estilo de dirección se apoya en valores como la participación y la transparencia informativa. “Una filosofía de autogestión no encaja con un estilo de ordeno y mando. Y sí, en cambio, con mantener una relación de confianza con sus equipos y con fomentar la participación de las personas en la toma de decisiones”, destaca su director de gestión social, Zigor Ezpeleta.
En los órganos de gestión de una cooperativa cada persona es un voto, tanto si se es directivo como trabajador de base. Un sistema en el que, según Juan Antonio Pedreño, presidente de la Confederación Española de Economía Social (CEPES), “todos se sienten parte de su propio proyecto y asumen su responsabilidad dentro del organigrama, al tiempo que aceptan el rol de otros compañeros que pueden ser responsables superiores. De este modo la gestión se torna más sencilla y dentro un clima compartido de responsabilidad conjunta”.

Aunque después de siglos bajo el yugo de los jefes, volar libre no siempre va a resultar fácil. Es un cambio organizacional drástico, y como tal requiere una curva de aprendizaje. Desde Zappos hablan de un esfuerzo de mentalización en ambos sentidos. “Aquellos que están habituados a ser dirigidos tienen que dar un paso adelante para realizar sus tareas sin necesidad de esperar instrucciones. Y los que vienen de mandar tienen que saber renunciar al control y distribuir su autoridad de tal forma que permita a todos trabajar autónomamente”, comenta Brironni Alex.

Punto de equilibrio

¿Cómo se llega hasta ese punto de equilibrio? Los expertos coinciden en que la llave que abre esa puerta se llama madurez. “Los jóvenes se suelen sentir perdidos ante un exceso de autonomía. El estilo de dirección orientativo, es decir, ‘yo te marco objetivos y tú te buscas la vida’, les abruma”, señala Pilar Jericó. Una madurez que también resulta imprescindible en los propios mandos. “Quienes tienen poca experiencia dirigiendo personas son los que con más frecuencia incurren en el autoritarismo o en la llamada ‘microgestión’, que es perder demasiado tiempo en los detalles y no permitir que otros hagan su trabajo”, agrega la presidenta de Be-Up.

Si hay un colectivo acostumbrado a tener que lidiar con la autogestión es el de los emprendedores. Y según Arturo de las Heras, presidente del portal TodoStartups, muchas de las enseñanzas que podemos aprender de su día a día son perfectamente aplicables a quienes trabajan en estructuras planas. Tener una mayor visión a largo plazo, más allá de las exigencias cotidianas, o la gestión del tiempo, son para este experto dos de las grandes asignaturas pendientes en estos perfiles. “Es humano tender a realizar primero aquellas tareas en las que nos sentimos más cómodos y relegar para el final aquellas que no nos gustan tanto. Pero siempre deberemos priorizar en función de aquello que necesita el negocio, no de nuestra comodidad”, destaca De las Heras.

Para que el sistema no se tambalee y entre en desgobierno se necesitan empleados en la organización con un determinado perfil. Alberto Blanco, director de Grupo Actual, los define como “personas con visión global del negocio, autorresponsabilidad y, al mismo tiempo, poseedoras de una mirada lateral para ver cómo pueden ayudar a los demás”. El problema está en que no siempre las compañías que apuesten por el adelgazamiento de sus jerarquías van a estar en disposición de incorporar a estos mirlos blancos. “Ninguna empresa vive de espaldas al negocio. En una organización de 15 empleados será más fácil que todas mis contrataciones respondan a ese retrato ideal, pero si hablamos de 15.000, la cosa se complica. Si el propio negocio te obliga a crecer deprisa y tienes que contratar mucho personal en poco tiempo, te verás obligado a sacrificar esas competencias y valores por aspectos más prácticos, relacionados con el puro ajuste al puesto”.


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Una sugerencia para seguir reflexionando Byung-Chul Han

Aviso de derrumbe

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/03/18/actualidad/1395166957_655811.html

 

Byung-Chul Han, pensador coreano afincado en Berlín, es la nueva estrella de la filosofía alemana

La asfixiante competencia laboral, el exhibicionismo digital y la falaz demanda de transparencia política son los males contemporáneos que analiza en su obra

El filósofo coreano aficando en Berlín Byung-Chul Han. /ALEXANDRA KINGA FEKETE

No es extraño que Alemania, el país que ha producido mentes como las deKant, Hegel, Nietzsche o Marx, tenga devoción por la filosofía, lo inusual es que la nueva revelación del pensamiento alemán —tronco inevitable del pensamiento occidental moderno— sea un autor oriental que cuando era un treintañero cambióCorea del Sur por Europa. Hoy los libros de ese autor, Byung-Chul Han, son prestigiosos superventas en un país que todavía discute apasionadamente a sus filósofos vivos, sean Jürgen Habermas, Peter Sloterdijk o Richard David Precht. Han ya es uno de ellos.

Byung-Chul Han nació en 1959 en Seúl y allí estudió metalurgia, pero pronto llegó a la conclusión de que con aquello no iba a ninguna parte. La carrera ni siquiera le interesaba. Decidió instalarse en Alemania y estudiar literatura, aunque acabó interesado en la filosofía. En 1994 se doctoró por la Universidad de Múnich con una tesis sobre Martin Heidegger y poco después se estrenó como profesor universitario tras haber obtenido la habilitación en Basilea. Actualmente enseña Filosofía en la Universidad de las Artes de Berlín después de ejercer en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe al lado de Sloterdijk, que no ha evitado polemizar con el que muchos consideran su sucesor en el trono simbólico de la filosofía germana.

En los últimos meses se han publicado en España dos libros de Han —Lasociedad del cansancio y La sociedad de la transparencia—, en abril aparecerá un tercero —La agonía de Eros (en la editorial Herder, como los anteriores)— y varios más serán traducidos pronto. En ellos analiza los males del presente: el hombre contemporáneo, sostiene el filósofo, ya no sufre de ataques virales procedentes del exterior; se corroe a sí mismo entregado a la búsqueda del éxito. Un recorrido narcisista hacia la nada que lo agota y lo aboca a la depresión. Es la consecuencia insana de rechazar la existencia del otro, de no asumir que el otro es la raíz de todas nuestras esperanzas. Más aún, solo el otro da pie al eros y es precisamente el eros el que genera el conocimiento.

La entrevista se celebra en el Café Liebling, situado en la berlinesa Raumerstrasse, en Prenzlauer Berg, un barrio que ha pasado en poco tiempo de bohemio a aposentado. Suena una música ambiental suave que los camareros no tienen problema en suavizar aún más para evitar interferencias en la grabación de la charla. Han es puntual a la cita. Se sienta y pide café. La primera pregunta es sobre la relación directa que él establece entre el eros y el pensamiento. Mira al entrevistador, se mira las manos, se mesa el cabello, calla. Al cabo de unos segundos empieza a hablar: “Creo que para responder a eso necesitaría antes pensar durante un par de semanas”. En apariencia deja el asunto de lado, aunque lo abordará al final de la entrevista. No tiene prisa. Se toma su tiempo. Para todo. “Cuando llegué a Alemania, ni siquiera conocía el nombre de Martin Heidegger”, cuenta. “Yo quería estudiar literatura alemana. De filosofía no sabía nada. Supe quiénes eran Husserl y Heidegger cuando llegué a Heidelberg. Yo, que soy un romántico, pretendía estudiar literatura, pero leía demasiado despacio, de modo que no pude hacerlo. Me pasé a la filosofía. Para estudiar a Hegel la velocidad no es importante. Basta con poder leer una página por día”.

El esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento. Uno se ve libre y se explota a sí mismo hasta el colapso

Cualquier cosa menos volver a la metalurgia que había dejado en Corea. “Al final de mis estudios me sentí como un idiota. Yo, en realidad, quería estudiar algo literario, pero en Corea ni podía cambiar de estudios ni mi familia me lo hubiera permitido. No me quedaba más remedio que irme. Mentí a mis padres y me instalé en Alemania pese a que apenas podía expresarme en alemán”.

Inició un proceso de aprendizaje del idioma y de nuevas materias que le permitieran comprender los problemas que aquejan al hombre de hoy. Explicarlo es el objetivo de sus libros. A diferencia de lo que ocurría en tiempos pasados, cuando el mal procedía del exterior, ahora el mal está dentro del propio hombre, subraya Han: “La depresión es una enfermedad narcisista. El narcisismo te hace perder la distancia hacia el otro y ese narcisismo lleva a la depresión, comporta la pérdida del sentido del eros. Dejamos de percibir la mirada del otro. En uno de los últimos textos que he escrito insisto en que el mundo digital es también un camino hacia la depresión: en el mundo virtual el otro desaparece”. ¿Hay posibilidades de vencer ese estado depresivo? “La forma de curar esa depresión es dejar atrás el narcisismo. Mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia”, sostiene. “Porque frente al enemigo exterior se pueden buscar anticuerpos, pero no cabe el uso de anticuerpos contra nosotros mismos”.

Para precisar lo que sugiere recurre a Jean Baudrillard: el enemigo exterior adoptó primero la forma de lobo, luego fue una rata, se convirtió más tarde en un escarabajo y acabó siendo un virus. Hoy, sin embargo, “la violencia, que es inmanente al sistema neoliberal, ya no destruye desde fuera del propio individuo. Lo hace desde dentro y provoca depresión o cáncer”. La interiorización del mal es consecuencia del sistema neoliberal que ha logrado algo muy importante: ya no necesita ejercer la represión porque esta ha sido interiorizada. El hombre moderno es él mismo su propio explotador, lanzado solo a la búsqueda del éxito. Siendo así, ¿cómo hacer frente a los nuevos males? No es fácil, dice. “La decisión de superar el sistema que nos induce a la depresión no es cosa que solo afecte al individuo. El individuo no es libre para decidir si quiere o no dejar de estar deprimido. El sistema neoliberal obliga al hombre a actuar como si fuera un empresario, un competidor del otro, al que solo le une la relación de competencia”.

Retomando la idea hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo, Byung-Chul Han denuncia que “el esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento”. Y lo ha hecho a cambio de un modo de vida escasamente interesante, “la mera vida, frente a la vida buena”, dice, casi pura supervivencia. A cambio de eso, el hombre cede su soberanía y su libertad. Pero lo más llamativo es que el propio amo ha renunciado también a la libertad al convertirse en explotador de sí mismo. Ha interiorizado la represión y se ve abocado al cansancio y la depresión. Pero el cansancio y la depresión no se pueden interpretar como alienación, en el sentido tradicional marxista. “Solo la coerción o la explotación llevan a la alienación en una relación laboral. En el neoliberalismo desaparece la coerción externa, la explotación ajena. En el neoliberalismo, trabajo significa realización personal u optimización personal. Uno se ve en libertad. Por lo tanto, no llega la alienación, sino el agotamiento. Uno se explota a sí mismo, hasta el colapso. En lugar de la alienación aparece una autoexplotación voluntaria. Por eso, la sociedad del cansancio como sociedad del rendimiento no se puede explicar con Marx. La sociedad que Marx critica, es la sociedad disciplinaria de la explotación ajena. Nosotros, en cambio, vivimos en una sociedad del rendimiento de autoexplotación”. El hombre se ha convertido en unanimal laborans, “verdugo y víctima de sí mismo”, lanzado a un horizonte terrible: el fracaso.

Como todo buen romántico, Han encuentra la solución en el amor. Hay que negar el presente represivo y aceptar la existencia del otro y, de su mano, la posibilidad del amor. Un buen ejemplo es la película Melancolía,de Lars von Trier. En ella aparece Justine, un personaje deprimido “porque es incapaz de amar. La depresión aparece como una imposibilidad de amor. Pero Justine alcanza a salir de la depresión gracias a la aparición de un planeta que va a destruir la Tierra. Es la amenaza de esa catástrofe la que le permite curarse de la depresión porque la hace capaz de percibir la existencia del otro. Primero, el otro es el planeta y luego los demás. Y al salir de la depresión se siente capaz de amar, de recuperar el sentimiento del eros”. Y es que “el eros es la condición previa del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que es el otro, no hay posibilidad de filosofía”.

Mientras Grecia y España están en ‘shock’ por la crisis, se endurecen la competencia descarnada y los despidos

Hay una relación directa entre eros y logos que pasa por descubrir al otro. Sin eso no hay posibilidad de verdad. El eros tiene una relación vital con el pensar. El logos sin eros sería pensamiento puro. Así termina La agonía de Eros, recuerda: “El pensamiento en sentido enfático comienza bajo el impulso de eros. Es necesario haber sido amigo, amante para poder pensar. Sin eros, el pensamiento pierde la vitalidad y se hace represivo”. Ahí está el ejemplo de Alcibíades, que accede al conocimiento gracias a la seducción que Sócrates ejerce sobre él. “Siempre se había pensado que el eros estaba excluido, pero es condición para el pensamiento”, insiste. “Es el amigo el que introduce una relación vital que hace posible el pensar”. Por el contrario, “la falta de relación con el otro es la principal causa de la depresión. Esto se ve agudizado hoy en día por los medios digitales, las redes sociales”. La soledad, la incapacidad para percibir al otro, su desaparición.

No hay, sin embargo, que confundir la seducción con la compra. “Creo que no solo Grecia, también España, se encuentran en un estado deshock tras la crisis financiera. En Corea ocurrió lo mismo, tras la crisis de Asia. El régimen neoliberal instrumentaliza radicalmente este estado deshock. Y ahí viene el diablo, que se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a cambio de almas humanas. Mientras uno se encuentra aún en estado de shock, se produce una neoliberalización más dura de la sociedad caracterizada por la flexibilización laboral, la competencia descarnada, la desregularización, los despidos”. Todo queda sometido al criterio de una supuesta eficiencia, al rendimiento. Y, al final, explica, “estamos todos agotados y deprimidos. Ahora la sociedad del cansancio de Corea del Sur se encuentra en un estadio final mortal”.

En realidad, el conjunto de la vida social se convierte en mercancía, en espectáculo. La existencia de cualquier cosa depende de que sea previamente “expuesta”, de “su valor de exposición” en el mercado. Y con ello “la sociedad expuesta se convierte también en pornográfica. La exposición hasta el exceso lo convierte todo en mercancía. Lo invisible no existe, de modo que todo es entregado desnudo, sin secreto, para ser devorado de inmediato, como decía Baudrillard”. Y lo más grave: “La pornografía aniquila al eros y al propio sexo”. La transparencia exigida a todo es enemiga directa del placer que exige un cierto ocultamiento, al menos un tenue velo. La mercantilización es un proceso inherente al capitalismo que solo conoce un uso de la sexualidad: su valor de exposición como mercancía.

Lo propio ocurre en la exigencia de transparencia en la política: “La transparencia que se exige hoy en día de los políticos es cualquier cosa menos una demanda política. No se pide la transparencia para los procesos de decisión que no interesan al consumidor. El imperativo de transparencia sirve para descubrir a los políticos, para desenmascararlos o para escandalizar. La demanda de transparencia presupone la posición de un espectador escandalizado. No es la demanda de un ciudadano comprometido, sino de un espectador pasivo. La participación se realiza en forma de reclamaciones y quejas. La sociedad de la transparencia, poblada de espectadores y consumidores, es la base de una democracia del espectador”.

La exigencia de transparencia, acompañada del hecho de que el mundo es un mercado, hace que los políticos no acaben siendo valorados por lo que hacen, sino por el lugar que ocupan en la escena. “La pérdida de la esfera pública genera un vacío que acaba siendo ocupado por la intimidad y los aspectos de la vida privada”, afirma. “Hoy se oye a menudo que es la transparencia la que pone las bases de la confianza. En esta afirmación se esconde una contradicción. La confianza solo es posible en un estado entre conocimiento y no conocimiento. Confianza significa, aun sin saber, construir una relación positiva con el otro. La confianza hace que la acción sea posible a pesar de no saber. Si lo sé todo, sobra la confianza. La transparencia es un estado en el que el no saber ha sido eliminado. Donde rige la transparencia, no hay lugar para la confianza. En lugar de decir que la transparencia funda la confianza, habría que decir que la transparencia suprime la confianza. Solo se pide transparencia insistentemente en una sociedad en la que la confianza ya no existe como valor”. Un ejemplo de esta contradicción es el Partido Pirata que se presenta a sí mismo como el de la transparencia, lo que en realidad equivale a una propuesta de despolitización. “Se trata, en realidad, de un antipartido”, afirma Han.

Y se ha diluido también la “verdad”, porque en la sociedad de la transparencia lo que importa es la apariencia. Parte de su discurso recuerda el de los situacionistas franceses de los sesenta, que sostenía que la historia podía explicarse por el predominio de los verbos que explican las cosas. En la antigüedad, lo importante era el ser, pero el capitalismo impuso el tener. En la actual sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer, de la apariencia. Así lo resume Han: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna. Lo único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”. Y el mundo de la apariencia se nutre de las aportaciones de los medios de comunicación. Pero hay una gran diferencia entre el saber, que exige reflexión y hondura, y el conocer, que no aporta verdadero saber. “La acumulación de la información no es capaz de generar la verdad. Cuanta más información nos llega, más intrincado nos parece el mundo”.


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«En un segundo todo puede cambiar: no controlamos nada»

Marie Lise Labonté, psicoterapeuta

 

15/12/2012 – 00:00

"En un segundo todo puede cambiar: no controlamos nada"

Foto: Àlex Garcia

 

A esta psicoterapeuta psicoanalizada, con más de 30 años de experiencia y que acompaña a moribundos, le ha tocado enfrentarse a la muerte. «Yo tenía la impresión de que controlaba mi vida, pero no controlamos nada». La Nochebuena del 2000 un ladrón entró en su casa y mató a su marido, que un minuto antes dormía abrazado a ella. El trauma, la superación, el aprendizaje vital de esta mujer bregada en tratar con traumas ajenos es el contenido de Detrás de la cortina (Luciérnaga). «No hablo de la desesperación, demuestro que uno puede superar un trauma y que es esencial reconocer las fuerzas instintivas que entran en acción: antes, durante y después del hecho».

 

Si quiere vivir con una apertura desconocida…

Sí…
… debe asumir con la mente, con el corazón, con las tripas…

Vale, con todo mi ser.
… que la muerte nos acecha, nos rodea, está pegada a la vida, en un segundo todo puede cambiar. No controlamos nada, y el otro -tu amor o tu hijo o lo que más quieras- puede desaparecer de repente; todo está bien y al minuto siguiente ocurre lo inesperado.

¿Por qué me dice todo esto?
Hay que mantener una relación de amor con los que nos rodean. Cuando mi marido se fue bruscamente no pudimos decirnos nada más, por fortuna estábamos en paz.

Lo asesinaron.
Sí, la madrugada del 24 de diciembre del 2000 entró un ladrón en casa. La puerta principal sólo estaba ajustada porque Julie, mi sobrina de 21 años, se olvidó las llaves.

Y se sucedieron las casualidades.
El ladrón cogió a Julie como rehén y la obligó a que le condujera hasta nuestra habitación al otro lado del jardín. Ella nos llamó, mi marido se levantó, fue a la puerta y vio el revólver en la sien de Julie. Lo terrible es que reconoció al hombre y este le disparó.

¿Y Julie?
Entró en la habitación y se escondió. A mí me despertaron dos disparo y el grito de Julie, pensé que también la había matado. Una cortina de terciopelo rojo separaba la alcoba de la sala en la que ya había entrado el ladrón. Robert, mi marido, gemía.

Y usted no podía socorrerle.
Si corría la cortina era mi fin. Podía palpar el miedo del homicida, su desesperación. Yo, de manera instintiva, dejé de respirar, fue como morir. Se oyeron disparos de los guardas de la urbanización y escapó.

Qué terrible experiencia.
Traumática. Lo extraño es que un mes antes de su muerte tuve visiones y premoniciones muy fuertes, sentía que algo muy grave me iba a suceder. Se lo conté a mi marido y me dijo: «Yo te protejo».

Lo hizo, la protegió con su vida.
Un día antes de su muerte fuimos con Julie a la playa y ella le preguntó sobre la muer-te. Entonces él nos dio muchos detalles sobre lo que teníamos que hacer si moría. Y dijo textualmente: «Si tuviera que morir mañana, tengo la tranquilidad de haber hecho mi trabajo sobre la Tierra». Aquellas palabras después me sirvieron, me consolaron.

¿No se sintió culpable de no haber sido capaz de interpretar las premoniciones?
Las analicé con un psicólogo junguiano, sin resultados. Mi culpabilidad fue sobrevivir. Había tenido flashes de mi marido con el torso desnudo tumbado sobre la hierba, justo lo que estaba viendo esa noche mientras moría en mis brazos.

Qué horror.
Fue un momento de paz increíble: la luna llena, la noche estrellada, era todo hermoso, pero Robert, de repente, ya no estaba.

¿Cogieron al asesino?
Sí, pero no quise denunciarlo, y eso me causo terribles problemas con la comunidad, la familia y la embajada. Aun así, decidí no poner ni un gramo de energía en la venganza.

Una cosa es la venganza y otra es dejar suelto a un asesino.
Entiendo su apreciación, pero mi instinto me pidió que en vez de combatir me centrara en lo esencial (mi sobrina y el hijo de mi marido) y me dejé guiar por él. Sé cómo son los procesos en la República Dominicana y no quería que Julie, que vive en Montreal, pasara por eso. El homicida no tenía antecedentes, quería dinero, le perseguía la mafia.

¿Qué fue de él?
Al cabo de ocho años volvió al pueblo, lo aceptaron de nuevo y ha rehecho su vida.

¿Y cómo lo lleva usted?
No voy a ir a saludarlo, pero acepto que uno pueda cambiar su manera de vivir. No quiero nutrir el odio. Sé lo que destruye el resentimiento, la cólera y la venganza. A los 25 años desarrollé una enfermedad autoinmune: una artritis reumatoide degenerativa incurable a causa del resentimiento que sentía hacia mi madre.

¿Qué le hizo?
Jamás me dejó vivir, pretendía que yo fuera el bastón de su vida. A raíz de esa enfermedad entendí que toda enfermedad corporal es expresión de algún desequilibrio psíquico y desarrollé un método de sanación, el método de liberación de corazas (MLC).

¿Ha podido rehacer su vida amorosa?
Poder volver a amar me ha llevado años y casi desarrollo un cáncer. Desde la muerte de Robert sentía dolor en un pecho y tenía los ganglios inflamados. Conocí a un hombre que me quería y yo no me dejaba. Entonces soñé que tenía cáncer y a la mañana siguiente le llamé. Hoy es mi pareja. Gracias a mi trabajo estoy muy atenta a los mensajes del inconsciente.

¿Qué podemos hacer para que el subconsciente trabaje a nuestro favor?
Escuchar los sueños, concedernos durante el día momentos de distensión y una vez a la semana hacer cosas que nos lleven al hemisferio derecho del cerebro: cosas creativas que le permitan aflorar. Hay que establecer contacto con el mundo interior.


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FH, ens convida a llegir, sobre empreses amb un canvi de mirada.

 

http://www.factorhuma.org/index.php?option=com_content&view=article&id=9773%3Apiensa-en-positivo&catid=4%3Anoticias&Itemid=11&lang=ca

Algunas empresas empiezan a potenciar las virtudes de sus empleados en vez de corregir sus fallos como hasta ahora. Un buen aliado en este necesario cambio de paradigma es la psicología positiva. No podemos seguir debilitándonos con aquello que no sabemos hacer, hemos de desarrollar nuestros puntos fuertes, aislar el miedo y trabajar las fortalezas hasta convertirlas en hábitos.

La situación exige cambios. La dirección por valores que empezó a extenderse en España a finales de los años noventa como modelo de gestión ha incurrido en tantas incoherencias que bastantes organizaciones de las que exhiben en sus webs su misión, visión y valores corporativos ya no se los creen, afirma Ceferí Soler, profesor del departamento de dirección de personas y organización de Esade. “Hay muchas disonancias. No coincide lo que hemos escrito con las decisiones que tomamos en el día a día. Y eso es desmotivador para las plantillas y cuesta dinero, puesto que las personas cumplen estrictamente con su función, pero no aportan su iniciativa porque su trabajo no les interesa por esta desconexión entre lo que se dice y lo que se hace”, agrega en la creencia de que las direcciones generales están desgastadas, deben reconocer que no han hecho de las empresas lo que querían ser y revisar sus valores corporativos.

Un buen aliado en este necesario cambio de paradigma es la psicología positiva. Y dentro de ella el enfoque en las fortalezas de los empleados, en lugar de en sus áreas de mejora como ha ocurrido hasta ahora. “En una época de crisis como la actual no podemos seguir debilitándonos con aquello que no sabemos hacer, hemos de desarrollar nuestros puntos fuertes, aislar el miedo y trabajar las fortalezas hasta convertirlas en hábitos”, afirma Pilar Jericó, socia de la consultora Be-Up.

“Las organizaciones que se orientan hacia los puntos fuertes de las personas que las forman tienen más opciones de obtener mejores resultados. Así lo han demostrado Seligman y Peterson, los padres de la psicología positiva”, indica el director de recursos humanos de R Cable, Santiago Vázquez. Su organización, integrada por más de 200 personas, ha analizado los rasgos que concentran las fortalezas individuales definidos por estos autores para decidir los 20 valores de R Cable. “Nos orientamos hacia los resultados a través de las fortalezas personales”, asegura Vázquez.

Pero en España aún son contadas las compañías que siguen estos criterios que en Estados Unidos están muy extendidos. Firmas del tamaño de Google, Microsoft, Motorola o Coca-Cola están comprobando que la dirección por valores centrada en el enfoque positivo es rentable. En este sentido, Pilar Jericó cita el estudio realizado por el experto en liderazgo y autor de best seller de gestión empresarial Jack Zenger sobre casi 25.000 directivos y mandos intermedios que demuestra cómo trabajando sus fortalezas durante un año duplicaron su rendimiento en la satisfacción de sus empleados, mejoraron el ambiente de trabajo y los resultados de negocio.

Sin embargo, advierte Coral González, directora de la consultora PeopleMatters, la desmotivación de las plantillas tiene mucho de ver con las reestructuraciones que están acometiendo las organizaciones. De hecho, el 95% de las compañías del Ibex 35 tienen puesto su objetivo en la reestructuración y redimensionamiento de sus plantillas actualmente. En su opinión, las empresas no están dando al talento la importancia que tiene. “Ahora toca incorporar la psicología positiva a la organización. Impulsar las fortalezas del equipo porque así se refuerza la autoestima de las personas. Las empresas necesitan que las personas aporten ideas”.

Precisamente lo que persigue con su filosofía de gestión la farmacéutica Bioibérica, según José Escaich, su director general. “Intentamos que el principio sea mantener la motivación sostenida. Y trabajamos en ello potenciando la excelencia de las personas. Todas ellas tienen rasgos que destacan sobre los demás y desarrollamos esas habilidades desde hace diez años. Ayudar a descubrir la parte positiva de los empleados siempre gusta, se sienten más felices y eso mejora sus resultados. Hemos desarrollado herramientas para el 100% de la plantilla”, indica.

Escaich realiza la última entrevista a todos aquellos candidatos a ingresar en Bioibérica “porque buscamos que la gente encaje en la organización, que comparta nuestros valores”. Está en contra de las compañías que fijan su misión, visión y valores porque lo hacen desde la dirección general y él cree en las empresas con alma, un alma que conforma el conjunto de las personas que forman la organización.

En la gallega R Cable la retribución variable de los directivos depende en parte del clima laboral que logren generar (un 5%) y de cómo afecta en el comportamiento del personal el trabajo en las fortalezas (un 10%), señala Santiago Vázquez.


Actúa

Las encuestas indican que solo una de cada tres personas conoce sus fortalezas, asegura el director de recursos humanos de la gallega R Cable, Santiago Vázquez. Y por eso consultoras como Pilar Jericó ayudan a las empresas a que sus equipos las descubran. Algo que se trabaja entre los grupos de directivos y los mandos intermedios de momento, indica la socia de Be-Up.

Jericó señala que para desarrollar los puntos fuertes individuales y como equipo que tiene cada uno lo primero que hay que hacer es identificarlos, después desarrollarlos sobre el sueño personal, la visión de futuro, para luego diseñar un plan para llevarlo al terreno y aplicarlo, lo que supone cambiar de hábitos, que es la parte más difícil.

“Focalizarte en las fortalezas es innovador y queremos apalancarnos en esta forma de gestionar a las personas”, explica Iñaki Cebollero, director de recursos humanos de Atento. La compañía de contact center ha incluido a sus directivos y personal de alto potencial (unas 200 personas de las 160.000 que conforman el grupo) en un programa de formación de dos años para mejorar la consecución de resultados y la gestión de equipos. Y ha probado cómo se desarrollan los puntos fuertes con Be-Up, consultora que utiliza el actoringpara conseguirlo. Actuar permite conectar con nuestras emociones y es desde ahí desde donde descubrimos nuestros puntos fuertes para poder ponerlos en práctica hasta que se conviertan en hábitos a través de un método, agrega Cebollero.